domingo, 13 de noviembre de 2016

Caracoles sobre los autos, Sofi.





Y luego, lo que le pasó a mi café, no me hagas contarte lo que le pasó a mi café, Sofi. Mejor déjame contarte sobre anoche, cuando miraba las estrellas y escuchaba a Chet Baker, a ti también te gusta. Deberías escuchar “Almost blue” en una noche lluviosa. Total, llovía mucho, Sofi, mucho que estaba lloviendo anoche y me caía encima el dulce de noche y me escurría hasta las mangas de la chamarra. Pero tu lo sabes, no es solo la lluvia, cuando se trata de la lluvia ¿Verdad? Y llovía tanto y por tanto tiempo que yo pensaba nunca dejaría de llover y eso me daba un poco de miedo ¿sabes? Tenía miedo que el mundo se pusiera blando o que todo se llenara de lama o caracoles y crustáceos y corales. Que crecieran algas en las ventanas y pasearan pulpos por las calles. A veces creo que mi mente está así, Sofi, mi mente está así. Por las lluvias, tu recuerdas que mi cabeza parece un Noir Film Detectivesco donde siempre llueve y la gente fuma y olvida problemas en los bares. Pero siempre llueve. ¿Recuerdas? Sofi, cuando me dijiste que teníamos que acostumbrarnos a disfrutar todas las desgracias y yo te dije que si y tu te reíste de mi por que a tus ojos me veía lindo e ingenuo. Si, soy ingenuo, a veces tengo fe en estas personas que inevitablemente se convertirán en arrecifes. Sofi, un abrazo tuyo no me caería mal. Sofi, llueve en Chicago y aquí en la prisión de mis costillas.

PD: Trae escafandras.






-The weird bird

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