Estaba pensando en qué contarte, amigo. Recordé como llovía, tu te acuerdas también, ¿no? Afuera de la plaza y los pies corriendo. Yo quería estar en casa, y veíamos el suelo encharcarse y me preguntaste que veía y te dije. Yo te lo dije. Frente a nosotros ñato, estaban unos labios asomándose bajo una palapa o lo que sea que fuese. Quería estar en casa che, y escribir sobre esos labios por que te juro que parecía que me miraban, me miraban esos labios. Ya sé que los labios no pueden mirar boludo, no hace falta que me lo digas. La callesita estaba llena a todo lo largo de tiendas de zapatos y gente blanda y escurriendo y gotas que se mataban desde altos cabellos de mujeres. Y ella, y los labios y mis ganas de irme a mi casa a escuchar jazz y leer y no hacer nada. Y como crees que sean sus ojos me preguntaste y te dije que sus ojos, los ojos que correspondían a esos labios debían ser rasgados color misterio. Probablemente negro intenso. Y luego como si fuese el regalo que la vida me tenía después de mangonearme con putas ironías, ella se asomó por debajo de la palangana y por unos segundos contemple su rostro a travez de la lluvia y a travez de la gente y a travez del saber que ese era el rostro de los labios que me miraban bajo la lluvia. Te acuerdas, tu no te diste cuenta y me preguntaste como sería su rostro y te dije Asiático, su rostro es asiático y mira con la tristeza mas bella que jamas vi. Empezó a escampar y no me quería ir, a pesar que ya no veía su rostro, esto no te lo dije, pero no me quería ir che. Me causó una adicción express, pero se rompió con mis malas costumbres literarias, por que se sentía mejor decir; nunca más volví a ver esos ojos, que decir que me quede hasta verla de nuevo. Y luego el sin sentido de querer verlos de nuevo y el ¿para qué? Y me dijiste ya nos vamos y yo camine bajo la lluvia, que comenzaba a desatarse de nuevo.
-The weird bird

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