La miré, la vi pasar. Estaba radiante, ñato. Tu sabés que en tardes nubladas uno puede toparse con cosas que escapan recelosas de los días soleados, como yo y tu y ella, parece ser. Me le acerque, che, me le acerque como te había dicho que haría cuando la viera, cuando la mirara. En alguna tienda sonaba Charlie Parker y yo podría jurarte que ella no lo escuchaba, yo a penas escuchaba esa trompeta y ella estaba al otro lado de la calle, pero sus caderas ñato. Sus caderas se movían con la cadencia del jazz y aunque este era un jazz que sonaba en su cabeza, que se vaporizaba de su taconeo o que se hilaba, deshilaba del lento contonear de su vestido, coincidía con Parker. Ahora, espero que me creas ñato, espero que me creas boludo incrédulo, por que esto que te digo es la pura verdad, la “neta del planeta” como dicen ustedes, pucha que son ridículos. Y este texto probablemente se llame “Su jazz” o “La improvisación de sus caderas” así suena mejor ¿verdad? De sus caderas y esas piernas ñato. Sax ebrio casi cayéndose de sus hombros y el cabello tocado como arpa por el viento. Arpa ñato, por qué a veces sucede que se brinca la barda del patio trasero, el arpa traviesa que vive en el Blues, para juguetear con la trompeta en Jazz house. Ñato, ya ves que me voy y me desvío del tema cuando hablamos de jazz, cuando hablo de jazz. Y si supiera su nombre te lo diría (y pienso para mi mismo que en realidad no te lo diría). Y tal vez lo sé. La que brincaba la barda del jardín. Senitos desnudos posados sobre el diván para poderlos dibujar, en mi libreta plasmar con total fidelidad a la imagen real de la irreal divinidad, ella, me deja sin respirar y ho y ha y ho. Se perdió de nuevo entre mis gentes y sus gentes y ya no la veo, así sucedió ñato, y Parker tocaba la ultima nota en su vieja trompeta. Y ella, ñato, a otro lado con su jazz.
-The Weird Bird

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